Glória Gervitz

Glória Gervitz, nasceu na cidade do México, em 1943. Licenciou-se em História da Arte na Universidade Iberoamericana. Traduziu Anna Ajmátova, Lorine Niedecker, Margarite Yourcenar, Samuel Beckett e Clarice Lispector.

Colaborou em várias revistas de literatura. A sua principal obra poética é constituída por um único poema, Migraciones, que continua a escrever desde os 26 anos e que tem vindo a ser publicado e traduzido em vários países. Glória Gervitz nunca viveu exilada mas a sua poesia é dominada pela vivência do desprendimento, do silêncio e do adeus.

A sua família é originária de emigrantes judeus, vindos da Ucrânia e a questão de saber o que poderão ter sentido mulheres como a sua avó, quando se viram perante um mundo desconhecido, uma paisagem, pessoas e idiomas tão diferentes dos seus, apaixonou-a.

“Como nunca conheci a minha avó, posso inventar os sonhos dela”.As três primeiras partes de Migraciones (Shajarit, Yizkor e Leteo), foram publicadas pela primeira vez, em 1991; a quarta parte (Pythia), foi escrita e publicada em 1993. A sexta versão deste longo poema (192 páginas), foi publicada em 2000. A sétima parte (Septiembre) ainda não está concluída.

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foto:  Rogelio Cuéllar

Poemas

Onde
tenho estado
onde estou
Para onde foi a minha vida
A vivida
A que está por viver
Se tivesse sido outra
Seria a mesma outra
Não tenho mais vida
Para além desta
Que me vive.


tradução: at

lido em Março 2007 no babelia

Como Jonás en el vientre de la ballena
Como la Sibila dentro de las paredes húmedas y negras
Sin saber qué decir sin nada para decir
Por ti siempre para ti
Esta fidelidad debe haber sido a mí misma.
Viejos sentimientos cuidadosamente olvidados rompen el olvido
Y sabes que te hablo a ti sólo a ti para siempre a ti
El aire está inmóvil. Se llena de flores
La lluvia también se desplaza hacia el sueño
Lentamente recupera su sombra se inclina como un sauce
cae
Yo regreso a casa

*  *  *  *

Una muchacha sola en el muelle
El calor es muy intenso. La luz es blanca, lastima
Es tan violenta esta luz, que la desnuda, la despoja
La luz es interminable. Tiene que cerrar los ojos
El niño se suelta de su mano
Ella está allí por primera vez y para siempre
La luz queda vacía
Desciendo
A través de persianas cerradas música que nunca he escuchado
Desciendo
Vendedores con frutas desconocidas
Desciendo
Despacio interminable descenso
Otra vez la misma escena. La mujer en el muelle. Deslumbrada
El niño corretea en el malecón. El marido va por delante
En lo adentro para siempre la añoranza. Más allá del mar la otra orilla de la
nostalgia
Fui injusta con mi madre y después de todo ¿qué hice yo con mi vida?
Desciendo

* * * *

Desembarcamos un mediodía en el puerto de Veracruz
Traíamos abrigos gruesos de piel. En La Habana comí mango por primera
vez
¿A quién contarle esto?
Memoria del mar y su tedio, de la muchacha que fui. El vestido gris que
ahora
se ve ridículo en la fotografía. Memoria de las tablas percudidas del barco,
de
aquellas olas impávidas, caducas en su belleza
Memoria de la luna casi insoportable
Es mediodía. Es hoy. Desembarco. Es un día de agosto
Jamás me había sentido tan aferrada a la vida

* * * *

Iría a morir al otro lado del mar. Ésa es su única certidumbre
Lo que ya fue. Lo que no será más. Nada de aquello que la inquietaba se trasluce en esa
fotografía de antes de partir. El pelo recogido, el niño de siete años a su lado en esas
fotos anodinas de pasaporte. Ella es real sólo hasta donde puedo imaginarla. El olvido
la va acercando. Pero de nada puede hoy servirle que yo la recuerde. Así, lo de
después de esa fotografía se ha perdido, lo mismo que aquella mañana o aquel atardecer
en que ella zarpó de Amsterdam. Ahora ha quedado absuelta de la trama que fue su
vida. ¿Hubiéramos sido amigas? No creo, pero eso no importa. Estamos juntas en una
sola oscuridad.

* * * *

Y ese olor a madera mojada. Ese olor húmedo y salobre
Las mujeres exangües bajo la luz (muchas usan peluca) murmuraban
palabras recién
aprendidas en aquella lengua extranjera, las repiten como si fueran una
letanía
Las estrellas se desprenden de la noche siguen su propia ruta
Yo desde aquí las sigo a ciegas
Todavía oigo envuelto entre la niebla el canto de las sirenas
Todavía no conozco el olvido. Tampoco conozco el perdón

Afuera de las ventanas queda el tiempo de hoy
Siento una libertad que abre los muros y perfora
la imaginacion
Este dia no lo conozco, pero estoy agarrada de mis
otros dias
Podria vivir aqui siempre
Pero todo se acaba, hasta la costumbre
pequeños momentos saturados que se distienden
se alcanzan en la disolucion
Mientras siga aqui encerrada en este cuarto, en esta
ciudad
Mientras siga lloviendo
y el ruido de la lluvia atraviese las paredes que me
contienen
Mientras todavia pueda sentir que siento
y el hambre me haga ponerme un abrigo y una
bufanda sobre el camison
y salir a la calle
Pero, por que creer todo esto
Al otro lado del mar a traves de los encajes
florean todo el año geranios
Y los grandes baules pesados de aromas resinosos
y calidos
se derraman en habitaciones desconocidas
Y los unguentos, los jabones de avena y de leche
de cabra
los polvos de trigo, las pastas de dientes con sabor
a chicle
Y aquellos enjuagues para desenredar el cabello en
dias largos
Persianas requemadas del sol verde de Cuernavaca
Una niña puber se mira el sexo en el ardor del
mediodia
espeso de insectos y lagartijas
La mayor parte del tiempo duermo
No estoy segura si dormir es estar despierta
Me sorprendo despues del mediodia
las manos me estorban, no se donde ponerlas
Lenta la lluvia casi se detiene
Todo se detiene, me aprieta, pero llueve
Se abren ventanas
Abajo, medanos
y mas abajo parten los navios como una exhalacion
hacia las muchachas de los frescos del palacion de
Cnossos
muchachas de agua y cal
La piel se desata, atras un sol de polvo, mas adentro,
pajaros
Nunca llegamos mas que a nosotros mismos
pero todo el año alla en la memoria florecen los
geranios
y las persianas verdes tambien estan alli en esa
memoria
latidos que se fijan en un daguerrotipo, ¿donde laten?
¿en que parte?
Algo se desliza, va hacia una cesacion
Estoy lejos de las mañanas
Lejos de los hombres y de las mujeres
Lejos de los habitos y las costumbres
me dejo caer. Regreso
La atmosfera se cierra
irrecuperable el amarillo, la caida tenue, perdida
del color
rompimiento
Obstinacion del blanco
Y se inscriben las primeras palabras de la Torah
En la expiacion del blanco
En la angustia del blanco
En la neutralidad del blanco
Estoy aferrada a la vida. Todo pasa
colibries, sol de lluvia sobre mis pies
niebla, ramificaciones casi azul, el cabello deshecho
y ese olor, ese olor que sube desde la infancia
Pero, ¿que sabemos de la muerte?
Todavia queda una linea de amarillo dentro de este
blanco
aletea, reaparece
ahora, ondula larga, de muy lejos casi parece un
principio de girasol
ahora se disloca apenas percibiendose de ese blanco
compacto
otra vez perfora la substancia de la nada
otra vez comienzan los sueños aferrados
a la linea casi todavia amarilla
No voy a ninguna parte. Aqui esta todo. Aqui esta
alla
Siento una identificacion profunda con el polvo
Paisaje hueco, amplio, inconstante, agudo. No puedo
atravesar el aire

En las regiones donde las muchachas trenzan sus
cabellos castaños
y perfuman sus axilas
En esas regiones donde el olor a sexo madura
y oprime las tardes
En las juderias altas y bajas escondidas en las
mañanas de Segovia
los romances de las niñas judias y los caballeros
cristianos
todavia acechan desde los puentes
y los relatos de la Hadadá me crecen
mientras espero desvelada en los corredores de los
aeropuertos
En los paisajes de neuronas
casi en el umbral del oraculo de Delfos
Solo hay una primera y unica respuesta. No hay
explicacion inmediata
apenas la incision
Adentro, blanco. Mi madre y algunas amigas juegan
al bridge
el perfume de las señoras mezclado al blanco
lo oscurece en el pecho
A traves de las ventanas casi olvidados los pirules
Palido el viento
Vaho de mimbre en el porche deslavado
La casa se deshace
Eternidad de los jardines de arena
perseverancia del aire. Se doblan las hojas, inician
el regreso
Despierto. Las amigas tiemblan entre los sauces
No hay nadie en casa. Cepillas tus cabellos castaños
La veranda sombría, fresca en el bullicio del lino
El polen cubre aquella memoria de espejos
Besas mis muslos
Apenas nos movemos
Pero aparta tus ojos de mí
Alba desaguada de otros diluvios
Querida, lejana
La complicidad de la voz
su persistencia
y yo soy lo que se esta cayendo

Todavía estoy dentro de la luz
pero eres tú la que has de decirme
tú la palabra vacía la que guarda el nombre

Desbordada luz
en la confluencia de los sueños
anegándose en el corazón

Absuelta luz
en la extensión del instante

Luz sola sin más
desasida
mínima en su raíz

Quebrada luz áspera
detenida en su grito
temblando entre las manos.