Vilma Vargas Robles

Vilma Vargas Robles, nasceu em San José na Costa Rica, em 1961.

É co-fundadora da Asociación Cultural Casa de Poesía en Costa Rica, cujo objectivo é promover o desenvolvimento comunitário para a paz através da poesía. Esta Associação já organizou 3 festivais internacionais de poesia.

Tem 5 livros de poemas publicados: El fuego y la siesta, 1983; El ojo de la cerradura, con prólogo de Jorge Boccanera e El oro de la vida, prefaciado por Isaac Felipe Azofeifa, 1993; El fuego y la siesta, 1994 e Sol de la edad, 2005.

A sua poesia foi incluída em duas antologias: Cien años de poesía femenina en Costa Rica o Voces indómitas, Editorial Mujeres e Crónica de la poesía costarricense 1970-2004 o Voces tatuadas, Centro Cultural de España y Ediciones Perro Azul.

ler mais: espacio latino / poesia / editorial /

Poemas

Aquí quedó oscilando mi última furia.
Engullo cada mancha de la pared
cada clavo.

Y me siento dueña de mi voz descolgándose,
palpo sus aristas y me quedo quieta,
absorbo su semilla y ya no se esparce.

Me tiendo sin una piedra o talismán.
Recorro el cuarto con los ojos abiertos:
no hay visiones,
solo la noche que cae después del trabajo.

El cuerpo quiere rendirse
y no sé cómo aguardas todavía
en vez de maldecir.
 
Nada pasa. Se mueven
algunos tallos; un silbido
entra por la ventana.
 
Tienes que aprender a alejarte
y no digas después dónde estuviste.
Cómo podrían entender
los que no han aruñado las paredes.

Junto a la ventana está tu rostro,
la tierra firme de tus ojos.
Me acerco y toco tu mano, tus rodillas,
paso mi mano por tu pelo.

Yo te conozco. Me pasaré la vida tentando el fondo
hasta que suba una imagen que se te parezca.

No duermo: acecho.
Cerco con flores y con dientes a un hombre.
¿De Dónde me llegó esta enorme sed?

El amor me ha oscurecido los ojos.
Quedó como un astro la herida
y este mundo, que es triste, lo ha olvidado.
 
Oculto permanece
el muro en que pinté los nombres de tu boca.
 
Cantó desde un sesgo de tierra:
el cielo lo han quemado.

Libra tu hechizo,
canta tu propio obstáculo,
canta, viento, tus remolinos,
da la cara a tu rostro,
no calles las grandes cosas,
grita hasta abrir las puertas:
has de derribar lo que está adentro,
quedar de pie, atrapado en la belleza.

COSTUMBRE
 
Yo digo me estoy muriendo
más rápido que de costumbre.

Mal pasa el tiempo por mi casa,
por tu casa, el mundo.

No soy un libro de autoayuda.

No cumplo con los requisitos,
ni siquiera sé gritar una flor azul.
 
MONEDA EXTRANJERA
 
Hace tiempo mi país está desgobernado.
Me abstengo de ver la televisión, pero
algunas noticias son trascendentes.
El presente no es eterno,
el mundo se nos cae,
mientras astronautas y políticos
instauran su charanga,
lo más importante ahora es el amor
al dinero:
y así se compra el mejor disfraz,
o al menos la envidia de algún semejante,
como sustitución a lo que fue una caricia.
 
Últimamente me hago a un lado,
no sin cierta impotencia:
las horas están carísimas.
Es mejor no gastarle
un minuto a nadie.
 
La vida hay que ganársela
y en moneda extranjera.
 
SIN MÁS
 
Voy a abrirle una ventana a este planeta,
a huir de él sin un raspón.

Brinco en un suelo de arañas.
Noche y día sin descanso.

Mis piernas heridas saben salir,
casi de cualquier juego.
 
LAS LLAVES
 
Yo estoy aquí por un momento.
Y oigo subir tremendas voces.
Y cada uno es una llave.
Y cada uno es una puerta.
Qué lejos todos de cada uno.

El ojo de la cerradura

No podría llegar aunque camine mucho.
Todo, absolutamente todo, es horizonte.
El movimiento de tus párpados me aleja.
Busco y te escondes,
Lanzo al agua una piedra
Y no se rizan las ondas,
Vuelvo donde tú estás
Y pasamos sin vernos,
Nada busco en ti que no sea mío.
¿Dónde apacientas tus rebaños?
Abro una puerta y otra puerta se cierra.
En esta habitación tu giras y yo giro,
No hemos dejado de perseguirnos,
De mirarnos por el ojo de la cerradura.

Mi victoria

Tan solo vivir,
ninguna otra proeza.
Agarrarme a la vida,
Cuando se precipita,
ha sido mi victoria

De Altamira a hoy

Un racimo de imágenes,
desde Altamira a hoy,
son estallidos mortales
de la estética del horror.

Ahora no puedo remitirme a la belleza.
El arte se despide siempre.
Ahora no sé qué hacer
con el más leve movimiento.


lidos aqui