Prefiero que mi verso sea chirriante,
cacofónico, afónico, ligero.
Que tenga suelta impronta de jilguero
-aunque soy pajarraco bien tunante-.
Que suene con estruendo retumbante
cual petardos de amor de mi tintero.
Me da lo mismo que reciba un cero
del profesor o del censor pedante.
No soy santo ni sabio ni soy cura,
ni erudito ratón de biblioteca.
No hago al verso sesión de manicura.
Mis versos no son versos de manteca
ni del rollo de la poesía pura.
Yo escribo como un terco karateca.

poema publicado no "Babélia" de 13-08-05

Para qué sirve una monarquía,
para qué la necesita el pueblo.
Ahí tenemos a los sombríos
borbones en su borbonera,
cultivando el aburrimiento
en las aburridas ceremonias aburridas.
Qué exquisito besamanos
les ofrecen las damas y caballeros oficiales
besuqueadores de blasonadas manos,
qué inclinación de espaldas,
qué crujir de lumbares.
Por allí se van los borbones
interrumpiendo el tráfico
en sus grandes coches fúnebres.
Por allá navegan con su séquito
otorgando títulos de nobleza
ya cruzado el umbral del siglo XXI.

¡Abajo los privilegios
de la clase vaga!
o igualdad para vivir del cuento.

Innobles nobles de inexistente corte,
ilustrísimos blasones deslustrados,
parásitos presuumidos y prepotentes,
os damos un corte de mangas,
os mandamos a todos a la mierda.
Mantenemos los lujos de una monarquía
que no sirve para nada
salvo para aumentar el gasto público,
salvo para aumentar el contrato basura,
y la pobreza.

Me rasco la perilla
y pienso en la hermosa hermana guillotina,
aquí en la desindustrializada
y barrenera República de Asturias,
mientras trabajadores despedidos
queman neumáticos en la autopista,
en vísperas de la revolución.

de "Su realismo", 2004

El love feroz

Estoy nihílico
dentro de mi avestruz,
de mi testuz
a ras de suelo.
Maldito bendito amor,
pétalos de sangre
a flor de piel.
Araña o tigresa
con botas,
zumbido de mosquita
viva, vivísima,
viva bomba nuclear,
me has dejado deshecho,
trocito de la nada
rebosando amor.

Trampas

Tiendo trampas
para atraparte,
pero no caes en ellas;
tú, que eres la mayor tramposa,
las conoces todas,
las esquivas todas.

Me relamo por adelantado, inútilmente,
me chupo los dedos
como un tonto,
se revuelven salvajes
mis jugos gástricos.

Tú que tienes la intensidad
de la morcilla
en esta civilización
de banqueros,
eres realmente lo único comestible.
No pierdo la esperanza.

A los que hablan a mis espaldas:
mi culo los contempla.

de "Su realismo", 2004

Marx o menos

Señor Carlos Marx,
mire usted lo conseguido
dándole rosca a su materialismo:
todos quieren ser igualitos
que el que más tiene;
todos quieren mear en el orinal
del señor conde;
todos quieren comer todos
los días laborables del año
y fiestas de guardar;
todos quieren vivir
sin dar ni chapa
a la sombra de un cocotero;
todos quieren vivir sin pulgas
y comiendo queso;
todos quiern vivir como el papa
en la casa de dios;
todos se cagan en la puta
madre del patrón.

El aroma del amor

Hay cerdos tan finos
que parecen profesionales
de la política.
Recalifican terrenos
con su pluma estilográfica
enroscada en el rabo.
Con qué primor la mueven
para dictar decretos,
para expropiar las fincas
de inocentes viejecitos,
para colocar a su familia,
para agenciarse comisiones,
para estampar su firma
en la jeta del ciudadano.
Qué corbatas más lindas
exhiben en las inauguraciones,
presentaciones, homenajes,
ceremonias oficiales...
Qué imagen de estrella del celuloide
les sugieren sus asesores de imagen.
Cómo levantan el dedo meñique
en los cócteles
agarrados a su whisky.
Qué discursos ejemplares,
qué labia, qué prosodia,
qué demagogia bananera.
Cómo predican con el ejemplo.
Qué sexy es el poder.
Qué poder da el poder
joder al prójimo.

Me aburren

Me aburren los grandes poetas,
los buenos poetas me aburren.

Los poetas que salen en las antologías
y en los libros de texto
parecen cortados por el patrón
del mismo sastre, son predecibles
y obedientes, son floridos, suficientes,
son los primeros de la clase,
son los niños buenos que no rompen platos.

No me hacen pasar buenos ratos.
No hablan de culos ni tetas.
Prefiero a los malos poetas.

de "Su realismo", 2004

A cada uno con su circo.

Jacques Prévert

Palpita
como una pepita
dentro de un hueco melón.
Palpita mi corazón.

Corazón de trapecista
sobre la cálida pista
del amor.

El trapecio está colgado de una nube.
Una nota de trompeta sube
y sube.

Como no tengo red
me caigo en esa charca
me ahogaré.

Bebí litros de infierno
en las fiestas de los ahogados,
bailé la rumba del asfalto,
recibió todos los golpes
mi perfil de flauta,
caí por todas las pendientes
ciego de amor loco
y desordenado,
a la velocidad del cosmonauta.

de "Su realismo", 2004